«La Sardina Andarina ha estado en California, Sidney y hasta Canadá»
Ciudadanos
Olatz y Mikel Aranburu | Su mar de peces de metal les ha valido el premio a la sostenibilidad
ELENA VIÑAS Domingo, 20 febrero 2022.
Los hermanos Aranburu han sido capaces de idear su propio universo marino, en el que los desechos de zinc encuentran una nueva vida reconvertidos en infinidad de especies de peces. De caballitos de mar a salmonetes, pasando por bancos de sardinas, rodaballos, chipirones… Su esfuerzo por contribuir al cuidado de los océanos se ha visto recompensado.
– Fomento de San Sebastián les ha distinguido por ser un comercio sostenible. ¿Qué ha supuesto este premio?
– Lo hemos vivido como un doble premio. Por un lado, es el reconocimiento a que vas por el buen camino. Y por otro, el que nos lo otorguen por la sostenibilidad nos hace mucha ilusión. Desde el principio teníamos claro que lo que queríamos era reutilizar materiales que teníamos e intentar aprovecharlos. Para nosotros, la sostenibilidad es una filosofía de vida, algo innato.
«Algunos nos dicen que no solo les gusta la estética de nuestras piezas, sino el que les recuerdan la playa en la que han surfeado»
– Así que no es fruto de una adaptación a la Agenda 2030 que obliga a las empresas a adquirir compromisos.
– Hace ya muchos años retiramos las bolsas de plástico, empezamos a usar un packaging de cartón… Nos hemos ido adaptando para ser lo más sostenibles posibles. Reutilizamos retales del metal que nos dan fontaneros y las maderas que deja la marea en La Zurriola. Aprovechamos el material al milímetro para hacer collares, un pececito, un broche de estrella de mar… Intentamos que el nuestro sea residuo cero.
– Y así, de un metal en apariencia inservible, nació Sardina Ibiltaria o la Sardina Andarina. Convertida en broche, en collar o en elemento decorativo, ha sido un éxito.
– Empezó siendo nuestro emblema. Todo comenzó por un escaparate navideño de peces en un lienzo.
– ¿Fue casual?
– Totalmente, aunque aquellas primeras sardinas no tienen nada que ver con las de ahora. He evolucionado gracias a la pintura, que me da unas posibilidades infinitas. Al principio, solo utilizaba ácido, que me daba un tono gris verdoso o azulado. Para las sardinas estaba bien, pero me limitaba mucho para hacer otras especies de peces.
– La Sardina Andarina ha recorrido mundo, según las fotos que cuelgan sus actuales propietarios en redes sociales. ¿A qué lugares ha viajado?
– Ha estado en Sidney, en California y hasta en Canadá. Una vez vimos algunas de nuestras sardinas en una revista de decoración canadiense. Aparecían en una foto. Una amiga nos la trajo porque le parecía que eran las Sardinas Andarinas. Y sí. ¡Eran las nuestras! Son inconfundibles por la forma, su dirección… Luego descubrimos que era una familia de aquí que se había comprado una casa en Canadá. Pero tenemos que reconocer que, estos últimos años, a la sardina le ha pasado como a todos nosotros, que no hemos podido viajar como antes. Ella tampoco ha podido viajar nada por culpa de la pandemia.
– Entonces, también ella ha vivido su particular confinamiento.
– La gente de aquí no hemos salido y los extranjeros, que son una parte importante de nuestra clientela, tampoco han podido venir. Tenemos muchos clientes de Estados Unidos, Australia y Francia que vienen en verano a hacer surf. Algunos nos dicen que no solo les gusta la estética de nuestras piezas, sino el que les recuerdan la playa en la que han surfeado. Se llevan consigo una parte de Donosti. Cuando, además, les contamos la historia, el que todo el material que empleamos en cada una de nuestras creaciones es reciclado, les gusta aún más.
– Es el recuerdo perfecto. Tan simbólico como lleno de significado.
– Les contamos cuál es nuestro lema: ‘Por un mar limpio’. Y queremos que ese mar esté lleno de peces, no de plásticos. Queremos concienciar al máximo.
– La sardina ha acabado convertida incluso en trofeo de un premio.
– Es cierto. La campaña de Zero Plastik del Ayuntamiento.
– Desde que la Sardina Andarina echó a andar, la familia marina no ha parado de aumentar.
– Al principio, tienes que sorprender y luego, ir ofreciendo cosas nuevas. Ahora la sardina se tiene que pelear a la hora de llamar la atención con más especies. Tenemos rodaballos, caballitos de mar y hasta tortugas, que están teniendo mucho éxito. Al que ya la tiene a ella y quiere repetir, le tienes que ofrecer otra cosa. También recibimos pedidos de piezas concretas.
– Su comercio parece una pescadería.
– Nuestros peces también están en alguna de verdad, así como en restaurantes y en casas. Hay personas que nos piden decorar su hogar con ellos. Vamos a su vivienda y pensamos cuáles hacerles. Nos conocen por la tienda de los peces.
– ¿En qué trabajan ahora?
– Tenemos proyectos de los que aún no podemos hablar. Hacemos colaboraciones. Ese es el caso de Las Cosas de Valen, la firma de una chica de Zumaia que hace bolsos con chalecos salvavidas del Aita Mari y redes de Getaria. Nosotros hacemos la colita de pescado de su cremallera.